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Actualidad Dominicana

El Ministerio de Interior y Policía ante el Robo a las Víctimas del Jet Set: Justicia sin Tregua

El Ministerio de Interior y Policía enfrenta una prueba crucial tras la tragedia en la discoteca Jet Set. No basta con lamentar las pérdidas humanas y materiales; ahora, denuncias escalofriantes señalan que delincuentes están saqueando a las víctimas, usando sus tarjetas de crédito para compras y combustible, robando joyas y violentando vehículos abandonados en el caos. Este pillaje, reportado en redes como X por cuentas como @GazcueesArte y @elnuevodiariord, es un ultraje que exige una respuesta inmediata y contundente del organismo encargado de la seguridad nacional. Bajo la dirección de Faride Raful, el Ministerio debe liderar una investigación ejemplar, exponer públicamente a los responsables y garantizar castigos que sirvan de escarmiento.

El Rol Central del Ministerio

El Ministerio de Interior y Policía no puede quedarse de brazos cruzados mientras hienas oportunistas se aprovechan del dolor ajeno. Las acusaciones —transacciones fraudulentas con tarjetas de las víctimas, joyas desaparecidas, autos forzados— no son rumores menores; son un desafío directo a la autoridad del Estado. La Policía Nacional, como brazo operativo del Ministerio, tiene la obligación de rastrear cada pista: registros bancarios, cámaras de seguridad y testimonios deben ser el punto de partida para identificar a los culpables, ya sean individuos aislados o una red organizada. La investigación debe ser rápida, exhaustiva y transparente, sin espacio para la negligencia o el encubrimiento.

No se trata solo de capturar a los responsables. El Ministerio debe asegurar que los nombres de estos criminales sean expuestos al público, que la sociedad vea sus rostros y conozca sus actos. Los sometimientos a la justicia, en coordinación con el Ministerio Público, deben ser implacables: penas máximas por robo, estafa y cualquier delito aplicable. Si hay agentes o funcionarios involucrados, como se ha insinuado en casos similares, que el peso de la ley caiga sobre ellos con doble fuerza. Este caso no admite medias tintas; el Ministerio tiene la responsabilidad de restaurar la confianza ciudadana con una actuación que marque un antes y un después.

Un Crimen que Clama Respuesta

La tragedia del Jet Set ya es un golpe duro para el país, pero el robo a las víctimas agrava la herida. Los reportes en X y los audios virales reflejan una indignación colectiva que no puede ser ignorada. Mientras las familias lloran y los sobrevivientes intentan sanar, estos actos de bajeza convierten el duelo en una pesadilla aún mayor. Permitir que prosperen es enviar un mensaje peligroso: que en medio del caos, el crimen tiene vía libre. El Ministerio de Interior y Policía, como garante del orden, no puede tolerar esa percepción. Este es el momento de demostrar que la seguridad no es una promesa vacía, sino una realidad tangible.

Faride Raful: La Voz de la Acción Ejemplar

Bajo el liderazgo de Faride Raful, designada Ministra por el decreto 420-24 del presidente Luis Abinader y en funciones desde el 16 de agosto de 2024, el Ministerio tiene una oportunidad única para brillar. Su historial como senadora (2020-2024) y diputada (2016-2020) la respalda como una figura de principios, pero ahora su rol exige más que palabras: exige resultados. Faride debe impulsar desde su despacho una supervisión directa de las investigaciones, movilizar recursos y garantizar que los avances sean públicos. No hay lugar para la tibieza; ella puede ser el motor que convierta al Ministerio en un símbolo de justicia implacable.

Un Llamado a la Justicia Inquebrantable

El Jet Set ya es un capítulo oscuro en nuestra historia reciente. Si el Ministerio de Interior y Policía no actúa con firmeza, el robo a las víctimas lo convertirá en una humillación nacional. Este organismo tiene el poder de cambiar el rumbo: que los culpables sean cazados, nombrados y castigados sin piedad. Que las víctimas encuentren en su respuesta la certeza de que su sufrimiento no será un cheque en blanco para los miserables. El tiempo apremia, y la justicia no puede esperar.